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Alfried Längle
INTRODUCCIÓN
No resulta fácil establecer cuándo comienza la vida humana, pero sí sabemos cuando comienza una vida plena ¿Qué es una vida plena, realizada? Una vida plena comienza cuando hay en mí un consentimiento personal, cuando vivo aprobando la vida; no importa lo que hagamos lo que importa es que de nosotros brote un sí pleno y total. Un sí que surge de mi inteligencia pero que sobretodo debe ser algo sentido, surge de mis afectos, toca todo mi ser no solamente lo cognitivo.
Lo que pretende el Análisis Existencial (AE) es que el individuo viva aprobando la vida, que pueda decirse a si mismo: ¡sí, yo estoy aquí! Así comienza una vida propiamente vivida con este sí en el que lo más importante es la decisión, la toma de posición.
En cambio el lema de la Logoterapia es: a pesar de... decir sí a la vida. La pastoral
médica de Frankl tiene como meta ayudar a la persona que sufre para que encuentre su camino hacia el sentido, para que encuentre un puente hacia el sentido. Para esto Frankl puso el acento en la capacidad de oposición del espíritu. En numerosas oportunidades citó las palabras de Nietzsche: “el que tiene un porqué para vivir puede superar casi cualquier cómo”, presentando así el sentido como un puente que salva al individuo de caer en el abismo de la nada.
De este modo vemos como mientras la logoterapia parte de la capacidad de oposición del espíritu, el AE tiene como punto de partida la capacidad del ser humano de decidirse. La cuestión es cómo movilizar esta capacidad de decidirse. El individuo es libre y responsable pero... ¿Cómo puede realizar esta capacidad con todos sus miedos y angustias? ¿Cómo puede movilizar su libertad? ¿Cómo puede el ser humano descubrir un sentido, si no ve ningún sentido? Puede ocurrir que éste reciba el sentido como una gracia pero el AE como terapia pretende ayudar al que no tiene este privilegio. Para esto desarrolla un método que parte de este vivir con aprobación, de este vivir diciendo sí.
Si analizamos más profundamente este sí, vemos que es cuádruple, hay cuatro pasos o aspectos del sí. Intentemos hacer un enlace con la antropología frankleana. Según Frankl el sujeto es la reunión o la coincidencia de diversas dimensiones, la somática, la psíquica y la espiritual o personal. La dimensión somática es la dimensión de lo fáctico,
lo psíquico la dimensión de lo vivencial, lo personal la dimensión de la decisión. Estas tres dimensiones se abren a una cuarta dimensión, que la llamamos la existencia en cuanto autotrascendencia que es la dimensión o el plano del obrar, en cuanto actitud. El plano de lo fáctico es todo lo que está en nosotros así, lo dado, lo recibido por la herencia. Estamos aquí con nuestra facticidad y al mismo tiempo vivenciamos ese estar aquí (dimensión psíquica).
Pero a esta visión dinámica del ser humano le falta el mundo. El sujeto es ser-en- el- mundo, no se puede pensar ser humano de otra manera si no es en este permanente contacto con lo otro. Estamos en permanente diálogo con el mundo. Yo como sujeto no sólo estoy aquí sino que soy un ser que está respirando con lo otro. No sólo desde el
punto de vista corporal veo que estoy recibiendo de lo otro (aire, alimentos, agua), también en el plano de lo psíquico estamos recibiendo impresiones que movilizan sentimientos y ante las cuales reaccionamos. Muchas veces nuestras reacciones se
producen no como fruto de la reflexión sino de este choque con el mundo a través de las impresiones que son percepciones del mundo en el que vivimos.
El individuo está abierto, desplegado en el mundo. En el plano de lo físico, el mundo se
nos presenta como el medio ambiente, el mundo físico en el que vivimos (um welt). En el plano de lo psíquico, el mundo se nos presenta como el mundo vivenciado por mí (mit welt) el mundo conmigo, un mundo que es un con-otro con el cual yo reacciono. En el plano de lo espiritual tenemos el mundo personal, mi mundo (eigen welt).
De cada uno de estos mundos recibimos algo específico. El um welt lo que da al existente es apoyo, sostén. En el plano del psiquismo o del mundo vivenciado por nosotros o del mit welt, el mundo aparece a nosotros en forma de valor. A nivel de las decisiones personales, el eigen welt, el mundo aparece en su otredad, en su carácter de otro en la forma del encuentro. En el plano de la autotrascendencia el mundo aparece como sentido.
= APOYO MUNDO = VALOR
= OTRO
= SENTIDO.
En cuanto a los valores, diremos que desde el punto de vista psicoterapéutico no podemos hablar de la absolutez de un valor, siempre hay una relatividad. Los valores surgen de relaciones de modo que desde lo fenomenológico no podemos hablar de valores absolutos. La absolutez ocurre cuando hay un acto de abstracción, pero desde el punto de vista fenomenológico el valor siempre se da en relación con un ser individual. Si uno trabaja en forma fenomenológica estricta hay que recordar que estamos trabajando con un método inductivo, no deductivo. Claro que por medio de este trabajo podemos llegar a lo absoluto pero sin supuestos, se trata de un largo camino hacia lo absoluto. La fenomenología siempre fue inductiva no da nunca nada por supuesto sino que lo descubre a través de los fenómenos, a partir de lo concreto del fenómeno.
En cuanto al sentido diremos que es algo que ocurre, que acontece y por lo cual yo tengo la experiencia de un llamado. El sentido es un acontecimiento que me llama, que me convoca, que de la situación viene a mí y me dice que eso es algo bueno, que estoy bien encaminado.
La persona, entonces, se encuentra tensada en cuatro dimensiones. En primer lugar como un ser que esta ahí, el mundo aparece como sostén, proporciona ese ahí, ese punto de apoyo. Esta unión con el sostén no es sólo física sino psíquica y espiritual también. La segunda relación de la persona con el mundo es que la persona vive y es al nivel del vivir como el mundo se manifiesta como valor. Así a nivel del ser aquí, del estar en el mundo la persona recibe al mundo como sostén y a nivel de la vida la persona percibe al mundo como valor. El tercer aspecto del ser personal es ser único, la unicidad y aquí el mundo aparece como el otro, surge la cuestión de yo mismo en relación con lo otro. El cuarto aspecto del ser personal es el devenir, el llegar a ser, y aquí el mundo se revela como sentido. El sentido no es algo sólo espiritual, así como el sostén no es sólo físico sino también psíquico y espiritual.